jueves, 21 de marzo de 2013


Mateo 7:21-23
(Exposición en la Iglesia Gilgal, Maracay, 17-03-2013)

Introducción:

El tema de esta mañana (tarde) se refiere a “El más grande desafío a un discípulo de Jesucristo.” Bien sabemos que nuestra salvación es por la gracia y sólo por la pura gracia de Dios, mediante el sacrificio de Jesucristo. Allí nada tuvimos que hacer nosotros. Elnos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Tito 3.5). Pero una vez salvados, tenemos un compromiso como hijos de Dios. Este compromiso tiene una proyección en dos direcciones: una dirección vertical y una dirección horizontal. Esto significa que ahora que somos hijos de Dios, tenemos que mirar hacia arriba y también tenemos que mirar con atención a nuestro alrededor. En nuestra mirada hacia arriba alabamos y adoramos al Señor con todo nuestro ser; y en nuestra mirada a nuestro alrededor nos solidarizamos con nuestro prójimo en sus necesidades con todas nuestras fuerzas.
Entonces, una vez salvados, una vez resucitados con Cristo, tenemos vida y entramos a la acción, comenzamos el peregrinaje cristiano, asumimos el camino de la vida nueva. Y en este peregrinaje es necesario que no detengamos el paso, sino que avancemos día a día por el camino estrecho, que es el camino de la vida; porque al final, según las palabras de Jesús, seremos evaluados no por lo que hizo Dios, sino por lo que hagamos nosotros, por nuestras acciones en relación con nuestro prójimo.
Ahora, hemos dicho que queremos reflexionar en El más grande desafío a un discípulo de Jesucristo. ¿Pero cuál es ese desafío? Se trata de un tema crucial, un tema fundamental de la fe cristiana, pues de él depende verdaderamente la vida. Tan relevante es este desafío que Jesús mismo lo presenta como el punto central en su gran discurso conocido como “El Sermón del Monte”. En este Sermón, presentado en Mateo capítulos 5 al 7, Jesús habló de muchos temas, pero hay uno que está por encima de todos, hay uno que sobresale, uno que es superlativo. Es el tema con el cual comienza el discurso y con el cual también lo termina.
¿Cuál ese desafío que Jesús les presenta a sus discípulos en este discurso? Él les dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra y ustedes son la luz del mundo; pero ese no es el más grande desafío, aunque es parte de él. En verdad, el más grande desafío de Jesús a los discípulos es LA OBEDIENCIA a la Palabra de Dios (5.19; 7.24). Y es de verdad un desafío, porque obedecer es uno de los asuntos más difíciles en la vida. Pero ¿qué significa obedecer? Obedecer es aceptar y cumplir la voluntad de otra persona que está por encima de nosotros en una determinada situación.  La verdad es que a todos nos cuesta obedecer. La desobediencia no es sólo un problema de los niños, lo es también de los adultos, lo es de todos nosotros. Bien sabemos que cuando la desobediencia se hace presente, llega el caos, el sufrimiento, la incertidumbre; pero eso parece que no nos importa mucho. Pero la desobediencia paga muy caro. Desde el principio, en el Edén, cuando Adán desobedeció la Palabra de Dios: llegó la desesperanza, llegó la muerte. Dice la Biblia: Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron (Rom. 5.12). Por alguna razón, desde entonces, la tendencia humana es la DESOBEDIENCIA, –no importa la cultura, la edad, el sexo, la clase social, etc.-, la tendencia es la desobediencia. Pero Dios siempre ha exigido y exige obediencia a su Palabra…. Por eso:
Los discípulos de Jesús se distinguen por su obediencia a lo que él enseñó!  En esta ocasión centraremos el mensaje en la exposición de

Mateo 7:21-23


21 »No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Sólo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. 23 Pero yo les responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”.
(Nueva traducción viviente)

Con demasiada frecuencia confesamos a Dios con nuestros labios y lo negamos con nuestras vidas. Pero habrá un día cuando Dios ajustará las cuentas. En verdad, no es difícil recitar un credo; pero sí es difícil llevarlo a la práctica: exige compromiso, mucha dedicación y disciplina, exige renunciar a mi propia vida para anunciar a Jesucristo. Aun Francisco I, en su primera misa como Pontífice, dijo:
“Nosotros podemos caminar todo lo que queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no proclamamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertimos en una ONG piadosa, pero no en la iglesia, esposa de Cristo.”
Es que la fe cristiana que anunciamos con nuestros labios, sin una vida transparente que la respalde, es una contradicción y en definitiva es una grotesca mentira. En este sentido, el texto bíblico que acabamos de leer nos presenta un verdadero desafío a todos los que hemos asumido el compromiso de seguir a Jesucristo. A todos los que decimos llamarnos discípulos de Jesús de Nazareth se nos plantea el reto a obedecer y enseñar a obedecer las cosas que el Señor nos ha mandado.

1.  Qué dice el texto?

En resumen, el texto dice que los verdaderos discípulos se distinguen

por su obediencia a la Palabra de Dios.


Un dicho popular dice que “No todo lo que brilla es oro.” En efecto, el asunto central del texto es este: “No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará al reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Dicho en otras palabras: El verdadero discípulo es aquel que obedece la Palabra de Dios. El discípulo es aquel que no sólo tiene una profesión verbal, sino una respuesta moral y social al evangelio. Si usted no está obedeciendo la Palabra de Dios, es mejor que revise su cristianismo. El asunto es serio y el texto es muy claro y desafiante:
1.  No todo el que dice ser discípulo lo es en verdad (v. 21a).
2. El verdadero discípulo es aquel que obedece la Palabra de Dios (v. 21b).
3. Según el texto, algunos estaban equivocados y, tal vez, sinceramente equivocados. Por eso, Jesús dice que en el día final, muchos se presentarán ante Dios confiados en las acciones “extraordinarias” que lograron supuestamente en el nombre de Jesús (v. 22).
- Que respetaron la Biblia y el nombre de Cristo: (¿No profetizamos en tu nombre?)
- Que liberaron a los oprimidos por el diablo: (¿No echamos fuera demonios en tu nombre?)
- Que se preocuparon por vencer obstáculos en bien de los demás: (¿y en tu nombre no hicimos muchos milagros?)
4.  Los que pretendan entrar al reino de los cielos sobre la base de sus obras, por extraordinarias que sean, serán desconocidos por el Señor (v. 23a).
5. Finalmente: Los que confían en sus “obras extraordinarias” para entrar al reino de los cielos son calificados como hacedores de maldad (violadores de las leyes de Dios) (v. 23b).


2. ¿Cuál es el contexto de este texto?

En el contexto de este texto Jesús usa una serie de metáforas para referirse al tema de la obediencia a la Palabra de Dios. En todos estos versículos Jesús está concluyendo su exposición sobre “La vida y misión de sus discípulos”, que comenzó en el capítulo 5 de Mateo. De manera que en los vv. 13-27 de este mismo capítulo, en primer lugar, en los vv. 13-14, Jesús les habló de la puerta estrecha y la puerta ancha. La puerta ancha y el camino espacioso –dijo Jesús– llevan a la destrucción y muchos son los que entran por ella y andan por este camino. En cambio, la puerta estrecha y el camino angosto, –dice Jesús– llevan a la vida, y pocos son los que la hallan. En segundo lugar, en los vv. 15-20 Jesús advierte acerca de los falsos profetas que están aún dentro de sus seguidores, “quienes vienen vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.” Dos veces –dice Jesús– que estos serán conocidos por sus frutos.  En tercer lugar, en los vv. 21-23, amplía la exhortación y ahora advierte acerca de los falsos profesantes, falsos discípulos, falsos cristianos y dice que entrarán a su reino sólo “los que hacen la voluntad de su padre”. Finalmente, en los vv. 24-27, Jesús habla de dos constructores, dos construcciones, dos proyectos de vida, y concluye: 

Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. 27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.

Entonces, el asunto crucial para el discípulo de Jesús es la obediencia. Pero lamentablemente, no todos están dispuestos a obedecer, a seguir la voluntad de Dios, aunque aparenten ser discípulos de Jesús.  Lo que Jesús dice es que quien pretenda ser un discípulo de Él y a la vez es desobediente a la Palabra de Dios, es un falso discípulo, es un falso cristiano. Porque la obediencia a la Palabra de Dios es lo que distingue al verdadero discípulo de Jesucristo.

Entonces, todo o nada; Jesús es radical y exige obediencia incondicional. Y la obediencia que él exige ha sido revelada en la Palabra de Dios, expresada por escrito con toda claridad para nuestra instrucción y conducción de la vida. Al final de la narrativa de Mateo, en la Gran Comisión, Jesús les dijo a sus discípulos: “Enséñenlos a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”.

Entonces, el asunto es más serio de lo que aparentemente imaginamos.  Nótese, por ejemplo, que en Mateo 7:15-20  son  los creyentes quienes tienen la responsabilidad de evaluar a los líderes, a los profetas, para detectar su veracidad. En este caso, algunos podrán ser engañados por los “falsos profetas”, y en efecto, muchos lo han sido a través de la historia. Pero en el texto que estamos considerando, Mateo 7:21-23, quien hace la evaluación no son los creyentes, sino Dios mismo.  Y es factible que nosotros fallemos en nuestra evaluación, porque nuestra vista es muy corta; pero eso no le ocurrirá a Dios, quien es la luz y ante él hay absoluta claridad. ¡El no falla en su evaluación! Así que, el hecho de que haya personas que hagan cosas extraordinarias e impresionantes, como se nota en este texto, no garantiza que sean verdaderos discípulos de Jesús. La verdad es que estos pueden impresionar a los seres humanos, y hasta pueden engañarlos, como ha ocurrido innumerables veces en la historia; pero de ninguna manera impresionarán ni engañarán a Dios. Bien podemos traer a colación aquí al poeta romano, Publio Ovidio. Él dijo que  “las obras de los mortales no engañan nunca a los dioses.” Aun los verdaderos cristianos puedan ser engañados por los falsos profetas y los falsos creyentes, pero al final Dios pondrá todo al descubierto.

3. ¿Cuáles son, entonces, las verdades que presenta el texto?

1. El texto enseña que Jesús exige lealtad a sus seguidores. Y la lealtad a él se evidencia en la obediencia. Por eso dice: No todo el que me dice Señor, Señor,… sino el que hace la voluntad de mi Padre… Entonces, no es asunto de decir, sino de hacer lo que Dios exige. Se trata de uja profesión verbal, sí esto es necesario; pero de nada sirve sin una promoción moral y social del evangelio. El discípulo dice y hace. El texto es claro y nos enseña que la obediencia a la Palabra de Dios es el distintivo principal del discípulo de Jesucristo.

2. Otro asunto que enseña el texto es que el discípulo se identifica por lo que es, más que por lo que hace para ganarse el favor de Dios. Así que, la única credencial válida del discípulo es conocer a Jesucristo y ser conocido por él (cf. Juan 17.3: Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.)

 3. Un tercer asunto que enseña el texto es que habrá algunos que pretenderán entrar al reino de Dios por “los caminos verdes”, que pretenden ganarse la entrada al reino de los cielos por sus “acciones extraordinarias”. Jesús les dice y les dirá que así no es. Al final, muchos se presentarán ante Dios confiando en lo que hicieron supuestamente en el nombre del Señor (v. 22). Pero recibirán la desalentadora y desconsoladora respuesta de: “Nunca os conocí; apartaos de mi, hacedores de maldad.”

Entonces, que haya hechos extraordinarios no es una garantía de que procedan de Dios. En el Antiguo Testamento, en días de Moisés los hechiceros de la casa del Faraón lograron algunas manifestaciones extraordinarias, pero no eran de Dios (comp. Éxodo 7).  Por otra  parte, Jesús dijo que llegará el día cuando aparecerán falsos cristos y falsos profetas que harían prodigios y señales (Mateo 24:24). Y el apóstol Pablo escribió que llegará un día cuando aparecerá el hombre de pecado, aquel “inicuo, cuyo advenimiento es por obra de satanás, con gran poder y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad…” (2 Tes. 2.9, 10).
¿Recordamos lo que pasó en los días de Moisés y el Pueblo de Israel en Egipto? Los falsos, los hechiceros, quisieron hacer una caricatura de la verdad; lograron algo, pero finalmente fracasaron. Dice el relato que: “Aarón tiró su vara al suelo delante del faraón y de sus funcionarios, ¡y la vara se convirtió en una serpiente!11 Entonces el faraón llamó a sus sabios y a sus hechiceros, y los magos egipcios hicieron lo mismo con sus artes mágicas: 12 tiraron sus varas al suelo, ¡y las varas también se convirtieron en serpientes! Pero la vara de Aarón se tragó las varas de ellos.” (Éxodo 7.10-14).  Satanás siempre ha sido un imitador y a veces ha resultado ser un buen imitador, pues se disfraza como ángel de Luz. Pero la Escritura dice que Satanás ya ha sido vencido por Cristo en la cruz. Dice la Escritura que:  Él –Cristo– anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2.14,15)

Conclusiones

¿Entonces, cómo debemos vivir? Hemos concluido que el mensaje de Mateo 7.21-23 se centra en la obediencia a nuestro Señor Jesucristo. Pero sabemos que obedecer no es nada fácil. Aun el Salmista David tuvo que orar así: Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud. (Salmo 143:10). Así que, Dios nos exige la obediencia, aunque a veces esto parezca un absurdo. Déjenme contarles una historia, una historia bíblica que nos muestra lo difícil que es, a veces, obedecer. Está en 2 Reyes 5:9-15 y trata de Naamán, un leproso que era jefe del ejército del rey de Siria.
 Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque, por medio de él, el Señor le había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo de lepra.
En cierta ocasión los sirios, que salían a merodear, capturaron a una muchacha israelita y la hicieron criada de la esposa de Naamán. Un día la muchacha le dijo a su ama: «Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra.»
Naamán fue a contarle al rey lo que la muchacha israelita había dicho. El rey de Siria le respondió:
—Bien, puedes ir; yo le mandaré una carta al rey de Israel.
Y así Naamán se fue, llevando treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez mudas de ropa. La carta que le llevó al rey de Israel decía: «Cuando te llegue esta carta, verás que el portador es Naamán, uno de mis oficiales. Te lo envío para que lo sanes de su lepra.»
Al leer la carta, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y exclamó: «¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte, para que ese tipo me pida sanar a un leproso? ¡Fíjense bien que me está buscando pleito!»
Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué está Su Majestad tan molesto? ¡Mándeme usted a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!»
Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo y se detuvo ante la puerta.10 Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio.»
11 Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra! 12 ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio?» Furioso, dio media vuelta y se marchó.
13 Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: «Señor, si el profeta le hubiera mandado hacer algo complicado, ¿usted no le habría hecho caso? ¡Con más razón si lo único que le dice a usted es que se zambulla, y así quedará limpio!» 14 Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! 

¿Nos damos cuenta? No fue fácil para Naamán obedecer. Sencillamente, le parecía un absurdo, una locura, lo que el profeta le pidió que hiciera. Pero volvamos a nuestro tema referente a la obediencia del discípulo. ¿Cómo podemos mostrar que obedecemos a Jesús? ¿Cuales pudieran ser algunos asuntos concretos que nos indican obediencia a él?  Al comenzar su exposición, Jesús dijo: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que vean vuestras buenas obras”. Más tarde, el apóstol Pablo escribió que: Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras…” (Ef. 2.10).  Entonces, somos salvos por la gracia de Dios y solo por su gracia;  pero Jesús dice que ahora es necesario hacer la voluntad de Dios, es decir, es necesario obedecer lo que él ha mandado. ¿Pero qué nos ha mandado Jesús? Él dejó a sus discípulos muchos mandamientos, por ejemplo: “Hagan discípulos” (Mateo 28:19), Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso (Mateo 11.28), Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta (Mat. 18.15). Y así, hay muchos otros mandamientos de Jesús que con cierta frecuencia pasamos desapercibidos. Pero hay un mandamiento de carácter superlativo. El cumplimiento de este mandamiento, dijo Jesús, es el distintivo de un discípulo: Dijo Jesús a sus discípulos: Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. (Juan 13.34, 35) Entonces, si somos discípulos, si somos verdaderamente cristianos, debemos obedecer este mandamiento. Debemos amarnos unos a otros.
¿Cómo podemos amar, como podemos hacer el bien en un mundo donde reina el mal? W. Shakespeare dijo: “Vivo en un mundo donde el hacer daño merece a menudo alabanzas, y el hacer el bien se considera a veces como una locura.”  Ese parece también nuestro mundo. Pero debemos hacer el bien al prójimo, aunque esto parezca una locura.
Por supuesto, amar a quien nos ama es cosa fácil, hasta yo soy capaz de hacerlo. Pero amar a quien no nos ama es otra cosa. Jesús se refirió a esto cuando dijo: Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? (Mat. 5:46, 47).
No necesitamos hacer grandes cosas, pero debemos servir a nuestro prójimo en sus necesidades, debemos amar a nuestro prójimo. El apóstol Juan dijo: 16 En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 17 Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? 18 Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad. Y en 4:20, el mismo apóstol escribe: Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 21 Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano. Entonces, De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.
La madre Teresa de Calcuta (1920-1997 dijo en una ocasión: “Ama hasta que te duela. Si te duele, es una buena señal. Has comenzado la dicha de amar.”  Y el poeta lo expresó en estos términos:
Ama si QUIERES ser feliz,
Ama y Todo cambiará,
Ama Y ASI comprenderás,
La Alegría de Vivir.”

Según el pensamiento de Jesús, al final cuando estemos delante de él en el juicio de las naciones, no seremos reconocidos por los asuntos meramente religiosos, ni por acciones extravagantes, sino por acciones sencillas de bien hacia el prójimo: 
31 »Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. 32 Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.
34 »Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.35 Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; 36 necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.” 37 Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” 40 El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”
41 »Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber; 43 fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron.” 44 Ellos también le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?” 45 Él les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí.” 46 »Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mat. 25.31-46)

Hay una antigua leyenda según la cual, Martín de Tour, un soldado  romano, cristiano, un día frío de invierno entraba en una ciudad cuando un mendigo lo detuvo y le pidió una limosna. Martin no tenía dinero, pero el mendigo tiritaba y temblaba de frio, y Martin le dio lo que tenía. Se quito la capa de soldado, ya muy usada y gastada, la partió en dos y le dio la mitad al mendigo. Esa noche, mientras dormía, Martín tuvo un sueño. Vio los lugares celestiales, vio los ángeles y a Jesús en medio de ellos. Notó que Jesús llevaba la mitad de la capa de un soldado romano. Uno de los ángeles se le acercó y le preguntó: ¿Maestro, Maestro por qué llevas esa capa tan vieja y gastada? ¿Quién te la dio? A lo que Jesús respondió: “Me la dio mi siervo Martin”...  En verdad, cuando aprendemos la generosidad que ayuda a los demás en sus necesidades en forma desinteresada, aunque sea muy sencilla, conocemos la alegría de ayudar al mismo Jesucristo, de obedecer lo que él nos ha mandado.  

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Para hacer la voluntad de Dios es necesario conocerla, y para conocerla es necesario leer y estudiar su Palabra. Entonces, ¿qué vamos a hacer esta semana? ¿De qué manera vamos a llevar a la práctica esta semana nuestra obediencia a lo que el Señor nos ha mandado? Vamos a darle dos ideas y usted decide lo que hará. 1) En primer lugar, no se conforme con oír sermones cada semana, tome la firme decisión de leer y estudiar la Palabra de Dios. Si no sabe cómo hacerlo y si de verdad quiere avanzar en esto, únase esta semana a un grupo pequeño de esos que están diseminados por la ciudad… En el Limón, hay uno en mi casa, los jueves a las 7 de la noche. 2) En segundo lugar, ¿Por qué no comenzamos hoy por hacer el siguiente compromiso, tal como lo hizo el himnólogo?

Que mi vida entera esté consagrada a ti, Señor

Que mi vida entera esté
Consagrada a Ti, Señor;
Que a mis manos pueda guiar
El impulso de Tu amor.

Lávame en tu sangre, Salvador,
Límpiame de toda mi maldad;
Traigo a Ti mi vida para ser, Señor, Tuya por la eternidad.

Que mis pies tan sólo en pos
De lo santo puedan ir;
Que mis labios al hablar
Hablen sólo de Tu amor;
Que mi tiempo todo esté
Consagrado a Tu loor;
Y mi mente y su poder
Sean usados en Tu honor.

Toma ¡oh Dios!, mi voluntad,
Y hazla tuya nada más;
Toma, sí, mi corazón,
Y tu trono en él tendrás por la eternidad.


jueves, 4 de agosto de 2011

Hacia una lectura comprensiva de la Biblia (II)


Desarrollo Cristiano Bíblico
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Hacia una lectura comprensiva de la Biblia
(Parte II)

Conocemos bien el comentario de Lucas referente a la actitud de los hermanos en la ciudad de Berea: “Éstos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba.” (Hechos 17:11 NVI). Aunque nuestro caso no es igual, es importante reflexionar sobre estos asuntos, a fin de ver si es verdad lo que hemos presentado respecto a un mejor acercamiento a la lectura del texto bíblico.

Ya que hemos hecho algunas críticas a la aplicación del método inductivo de estudio bíblico, vale la pena reflexionar un poco más sobre esto, a fin de encontrarle una mejor aplicación en la propuesta metodológica que sugerimos. También, hemos hablado de tres procesos metodológicos para el análisis del texto bíblico, atendiendo a la forma de expresión literaria; por eso, es importante asomar un poco más algunas observaciones referentes a la naturaleza de estos géneros literarios y ahondar también sobre la estructura de las unidades básicas del pensamiento escrito. Además, es importante que tratemos de responder un poco acerca del por qué de algunas de nuestras propuestas referentes a la manera de analizar los textos bíblicos. Reflexionemos pues, sobre estos asuntos.

1.  El método inductivo y el estudio eficaz de la Biblia


1.1.  ¿Qué es un método? Un método es el procedimiento o pasos sistemáticos que se siguen con el fin de hallar la verdad de un determinado asunto. Entonces, un método de estudio bíblico adecuado es un conjunto de pasos presentados de manera sistemática para estudiar un texto, a fin de comprender, aplicar y comunicar la enseñanza que presenta.

1.2. ¿En qué consiste el método inductivo de estudio bíblico? El método de estudio bíblico inductivo consta de tres pasos: La observación, la interpretación y la aplicación de los resultados.

 

1.3. Unas observaciones generales del método inductivo


1) Los tres pasos del método inductivo son excelentes para el estudio de la Biblia. En verdad, los tres pasos: la observación, la interpretación y la aplicación, si se usan correctamente, deben ser tomados en cuenta en el estudio de cualquier texto de la Biblia.
2) La aplicación del método inductivo en el estudio de la Biblia ha hecho, sin duda, grandes aportes a la lectura de las Escrituras y al desarrollo de la vida cristiana. Uno de estos aportes es que centra la atención en el texto y la aplicación de las conclusiones del estudio a la vida del lector.

3) Sin embargo, al reflexionar sobre el método inductivo de estudio bíblico notamos que ha habido ciertas deficiencias, no tanto en el método, sino en su aplicación.

♦ Notamos que generalmente en la aplicación del método de estudio bíblico inductivo no se le ha prestado la atención adecuada a la forma de expresión literaria del texto.

♦ Como resultado del punto anterior, por lo general en el estudio de la Biblia, se ha aplicado el mismo método a cualquier texto, sin tomar en cuenta su forma literaria, sea argumentativa, narrativa, o poética. Además, por lo general se ha hecho caso omiso de las unidades básicas del pensamiento escrito.

♦ En la aplicación del método de estudio bíblico inductivo, el lector ha centrado la atención básicamente en la observación de detalles (palabras, frases), sin preocuparse de la estructura ni la enseñanza global del texto (párrafo, episodio, poema).

Por lo tanto, hemos concluido que para comprender mejor la enseñanza de un texto bíblico, debe dársele prioridad a lo general más que a los detalles que contiene.

1.4. ¿Entonces, qué? Por todo lo antes expuesto, es necesario reflexionar sobre un método de estudio eficaz de la Biblia que sea fiel al texto y relevante a la vida del lector contemporáneo. Al estudiar cualquier texto bíblico debemos tener presente la fidelidad y la sensibilidad, la fidelidad al texto y la sensibilidad a las necesidades humanas.

2.  Nuestra propuesta metodológica y el método inductivo

 

2.1. La observación del texto. El punto de partida para la correcta interpretación del texto es la observación de éste. La diferencia en las conclusiones del estudio depende de qué observamos en el texto, a qué elementos del texto le prestamos atención. Para clarificar un poco más lo que queremos decir, hagamos una comparación general de la aplicación metodológica, tanto de la forma tradicional como se ha aplicado el método inductivo como de lo que sugerimos en el proceso metodológico que denominamos El estudio eficaz de la Biblia.


Una comparación
Lo que generalmente se ha hecho en la aplicación del método inductivo
Lo que sugerimos en El estudio eficaz de la Biblia
¿Qué observar en el texto?

-   Observación del contexto: “El contexto rige y determina la interpretación del pasaje…”[1]
-   Observación general del texto
    Preguntas que se hacen:
    ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué?[2]
-   Una visión general del libro…
-   Observación del texto (centrada fundamentalmente en los detalles)
      Temas del texto, palabras clave, palabras que se repiten, verbos, eventos, personajes, textos paralelos.
¿Qué observar en el texto?

-  Observación general del contexto[3]
       El contexto histórico
       El contexto textual
-     Observación de la estructura general del libro: divisiones, secciones y párrafos del libro.[4]
-     Observación del párrafo (Centrada fundamentalmente en lo global)
La estructura del texto: Oraciones, cláusulas y afirmaciones.[5]
La identificación de la afirmación principal del párrafo y la relación de las secundarias con la principal.


2.2. La interpretación del texto. Tenemos la responsabilidad de interpretar el texto. En este proceso, el punto de partida es encontrar la intención original del autor. Por lo general ésta no se encuentra en los detalles aislados, sino en el aspecto global del texto y su contexto. Por eso, proponemos un acercamiento al texto desde una perspectiva holística y no tanto atomística; es decir, debemos prestar atención a lo general del texto antes de ir a los detalles de éste.


Una comparación
Lo que generalmente se ha hecho en la aplicación del método inductivo
Lo que sugerimos en El estudio eficaz de la Biblia.
¿Qué interpretar del texto?

Estudiar: - Palabras del texto.
        - El contenido de los
           versículos.
- Los diversos temas del texto.
Apoyar con otras partes de la Biblia: las “referencias cruzadas”, los llamados “textos paralelos”.


* Es atomístico en su aplicación

¿Qué interpretar del texto?

Estudiar: - La relación del texto con el contexto.
- La afirmación principal del texto.
- La relación de las afirmaciones secundarias con la principal.
- Los principios que se derivan  
  del texto.
- La pertinencia o aplicación de los principios.

* Es holístico en su aplicación

2.3. La aplicación del mensaje del texto. El propósito final del estudio del texto debe ser aplicar su enseñanza a la vida hoy para el crecimiento cristiano, tanto en lo individual (personal) como en lo colectivo. El estudio del texto debe ayudarnos a ser mejores cristianos y no solo a saber más de la Biblia.

Una comparación
Lo que generalmente se ha hecho en la aplicación del método inductivo
Lo que sugerimos en El estudio eficaz de la Biblia.
¿Qué aplicar del texto?

-    Aplicar “las enseñanzas” del texto.
-    Aplicar las doctrinas, exhortaciones
¿Qué aplicar del texto?

- Aplicar la enseñanza central del texto.
- Aplicar los principios derivados del texto.
Un resumen
Lo que tradicionalmente se ha hecho con el método de estudio bíblico inductivo
Lo que sugerimos para el análisis de textos de bíblicos de argumentación
-         Buscar y desarrollar temas, como: Jesucristo, salvación, fe, esperanza, etc.
-         Identificar y estudiar palabras claves.
-         Buscar verbos.
-         Apoyar el desarrollo del tema con textos paralelos o referencias cruzadas.
-         Concentrarse en los detalles del texto.

-    Estudiar el texto en su contexto.
-    Analizar la estructura del párrafo.
-    Redactar las afirmaciones del texto.
-    Identificar la afirmación principal.
-    Determinar la relación entre las    afirmaciones.
-    Redactar el mensaje global del texto en una oración breve.
-    Derivar los principios enseñados en el    párrafo.
-  Redactar aplicaciones de los principios.


Unas conclusiones:

♦ Un método adecuado para estudiar la Biblia debe conducirnos a responder la pregunta: ¿Cuál fue la intención original del autor?

♦ La comprensión de la intención original del autor del texto bíblico exige que se le preste atención a la forma de expresión literaria que él mismo usó al escribirlo.
♦ La comprensión de los textos bíblicos exige métodos de interpretación adecuados al género literario en que fueron escritos. De otro modo, es difícil comprender la intención del autor. Hay bastante diferencia en estos tres géneros literario:
        
         - Textos argumentativos

                   - Textos narrativos

                            - Textos poéticos

♦ Finalmente, un método adecuado para estudiar la Biblia debe conducirnos a identificar y aplicar los principios que se derivan del texto para la vida contemporánea.

3. La naturaleza de los géneros literarios. Dada la importancia del texto bíblico, debemos reflexionar un poco más acerca de la naturaleza de las formas o géneros literarios que aparecen en la Biblia, según la clasificación que hemos hecho: argumentativos, narrativos y poéticos.

3.1. Los textos argumentativos son, por naturaleza, de persuasión directa. En el género discursivo, generalmente el autor presenta directrices (instrucciones) y exhortaciones directas. Por eso, normalmente los textos están redactados mediante proposiciones concretas. Por ejemplo, el párrafo de Romanos 5:1-11 presenta una serie de instrucciones o directrices, pero el de 1 Pedro 1:22-25 presenta básicamente una exhortación a los lectores:

         En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo...” (Romanos 5:1, NVI)      
(Directriz)
         Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros... (1 Pedro 1:22)                                                                                                                                   (Exhortación)
3.2. Los textos narrativos son, por naturaleza, eminentemente descriptivos.[6] Por eso, puede decirse que son de persuasión indirecta, pero siguen un orden en el desarrollo de la trama que va tejiéndose a través de los diversos episodios, con sus personajes y eventos, para llegar a un desenlace o conclusión. Entonces, en la narrativa, los autores desarrollan el pensamiento que quieren transmitirse a través de la trama como un macro-relato, la cual a su vez va acompañada por una serie de escenas y episodios, con sus protagonistas y antagonistas, que constituyen micro-relatos y le dan vida (acción) a la narrativa. Por ejemplo, el episodio que se inicia con el texto de Mateo 16:21 indica que hay un cambio, un giro, en el desarrollo de la trama; pero el episodio que se inicia en Mateo 28:12 refleja el último intento de los antagonistas por frustrar el desenlace de la narrativa de Mateo.
Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara...” (Mateo 16:21, NVI)[7]
Después de reunirse estos jefes con los ancianos y de trazar un plan, les dieron a los soldados una fuerte suma de dinero y les encargaron: «Digan que los discípulos de Jesús vinieron por la noche y que, mientras ustedes dormían, se robaron el cuerpo. Y si el gobernador llega a enterarse de esto, nosotros responderemos por ustedes y les evitaremos cualquier problema.»” (Mateo 28:12-14 NVI)[8]

Así como en la argumentación, en la narrativa el autor tenía un mensaje que comunicar a sus destinatarios; así que, no escribió simplemente para dar información histórica, aunque generalmente presenta la historia. Por eso, la narrativa bíblica no incluye necesariamente todos los datos de la historia que relata, sino sólo aquellos que el autor creyó necesarios para comunicar su mensaje.[9]

3.3. Los textos poéticos generalmente tienen un carácter menos objetivo. Algunos dicen que la poesía es el lenguaje del alma. Por lo general, la poesía motiva a la reflexión y la acción mediante un lenguaje afectivo. En esta forma literaria el autor hace uso de la creatividad y expresa su mensaje con emotividad y estética. La poesía bíblica, por lo general carece de rima y armonía fonética; pero es rica en el paralelismo y la armonía del pensamiento que le dan vida al poema. Por ejemplo:

Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte;
     nadie se preocupó de su descendencia.
Fue arrancado de la tierra de los vivientes,
    Y golpeado por la transgresión de mi pueblo.” (Isaías 53:8 NVI)
Son dos versos de dos líneas cada uno, dentro de una estrofa.
 “De oídas había oído hablar de ti,
         pero ahora te veo con mis propios ojos.
      Por tanto, me retracto de lo que he dicho,
        y me arrepiento en polvo y ceniza.”
(Job 42:5, 6 NVI)
Son dos versos de dos líneas cada uno, dentro de un poema.
Aunque la higuera no dé renuevos,
        ni haya frutos en las vides;
    aunque falle la cosecha del olivo,
       y los campos no produzcan alimentos;
    aunque en el aprisco no haya ovejas,
       ni ganado alguno en los establos;
    aun así, yo me regocijaré en el Señor,
       ¡me alegraré en Dios, mi libertador!”
(Habacuc 3:17, 18 NVI)
Es una estrofa de cuatro versos de dos líneas cada uno.

Entonces, el mensaje dado a través del discurso (la argumentación) es bastante objetivo, mientras que el mensaje presentado a través del relato (la narrativa) generalmente es menos objetivo y en el poema por lo general el mensaje es más subjetivo para el intérprete.[10] Pero de igual manera, en las tres formas de expresión literaria, el autor bíblico comunica un mensaje a sus destinatarios originales.

4. La unidad básica para el análisis del texto. Para analizar adecuadamente un texto bíblico, es fundamental prestarle atención a la unidad básica del pensamiento escrito, según sea su forma de expresión o género literario.
4.1. En los textos discursivos o argumentativos la unidad básica para el análisis es el párrafo. La característica fundamental del párrafo es que trata un solo tema dentro del argumento del autor. Un párrafo puede ser muy corto o relativamente largo, pero siempre trata un solo tema y generalmente tiene una oración o afirmación principal alrededor de la cual giran todas las demás. Por eso, antes de pretender estudiar un texto bíblico argumentativo, es necesario delimitarlo en sus párrafos correspondientes. Por ejemplo, los versículos en 1 Pedro 2:1-3 son parte de un texto más amplio, pero constituyen por sí solos una unidad de pensamiento, con una afirmación central que le da coherencia a todo el párrafo.
“Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia, deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que es el Señor. (1 Pedro 2:1-3 NVI)
Al reflexionar un poco en este texto y su contexto, se nota que en 1:25 termina el párrafo anterior:[11]Y esta es la palabra del evangelio que se les ha anunciado a ustedes.” Y se nota también que el v. 4 del capítulo dos, comienza el párrafo siguiente: “Cristo es la piedra viva... Al acercarse a él también ustedes son como piedras vivas...” Por lo tanto, los versículos en 2:1-3 constituyen un párrafo dentro del texto, porque desarrollan un tema. El párrafo que comienza en 2:4 desarrolla otro tema que termina en 2:8; y en los vv. 9 y 10, se presenta otro tema. Por lo tanto, es otro párrafo. Es claro que aunque estos tres párrafos están estrechamente relacionados, cada uno trata un tema específico referente a la actitud del cristiano ante la Palabra de Dios. Puede decirse que hablan de:
-  Nuestra relación con la Palabra de Dios (2:1-3)
-  Nuestra relación con el Hijo de Dios, la Palabra encarnada (2:4-8)
-  Nuestra relación con los que no tienen la Palabra de Dios (2:9-10)

Al analizar el párrafo de 1 Pedro 2:1-3, notamos que el núcleo o punto central de éste está en el v. 2: “deseen con ansias la leche pura de la palabra.” Esta es la afirmación que le da sentido coherente a este párrafo. Si la eliminamos, el párrafo pierde sentido y no dice nada coherente; pero si leemos el texto con esa afirmación, el párrafo sí dice mucho. Así que, es importante delimitar bien los textos en sus párrafos correspondientes.

4.2. En los textos narrativos la unidad básica de análisis es el episodio. Un episodio es un micro-relato que generalmente desarrolla un solo tema, menciona los mismos personajes y ocurre en un mismo lugar y espacio de tiempo. Entonces, cuando el autor inicia un nuevo episodio, por lo general lo hace mediante el cambio de tiempo, de lugar o de personajes. Por ejemplo, el texto de Hechos 4:23-31 es un episodio porque comienza con un cambio de tiempo y de lugar: Al quedar libres [cambio de tiempo], Pedro y Juan volvieron a los suyos [cambio de lugar]. Además, desarrolla un tema distinto al tratado en los versículos anteriores y los siguientes.  Así se presenta el relato de este episodio (NVI):
      23Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a los suyos y les relataron todo lo que les habían dicho los jefes de los sacerdotes y los ancianos.24 Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en oración a Dios: «Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos,25 tú, por medio del Espíritu Santo, dijiste en labios de nuestro padre David, tu siervo:
      »"¿Por qué se sublevan las naciones
      y en vano conspiran los pueblos?
26Los reyes de la tierra se rebelan
      y los gobernantes se confabulan
   contra el Señor
      y contra su ungido."
27En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste28 para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera.29 Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno.30 Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús.»
31Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
Se nota que este episodio constituye un micro-relato en el cual hay toda una trama con un comienzo, un desarrollo y un desenlace final que concuerda con la trama general de la narrativa completa. En el texto citado, el comienzo se nota en el v. 23, el desarrollo está en los vv. 24-30 y el desenlace en el v. 31.

4.3. En los textos poéticos la unidad básica de análisis es el poema (y en algunos casos, la estrofa). Generalmente un poema está conformado por varias estrofas, que a su vez están constituidas por versos. El poema puede ser largo o corto, pero generalmente trata un solo tema. Por eso, cada poema exige un análisis particular completo. Por ejemplo: El salmo 119 es un largo poema conformado por 22 estrofas simétricamente elaboradas. En esencia, es un canto a la Palabra de Dios.[12] En cambio, el Salmo 1 es un poema breve, conformado por sólo dos estrofas (vv. 1-3 y 4-6) y parece introducir bien el libro de los salmos.

Salmo 1
1 Dichoso el hombre
      que no sigue el consejo de los malvados,
      ni se detiene en la senda de los pecadores
      ni cultiva la amistad de los blasfemos,
    
2 sino que en la ley del Señor se deleita,
      y día y noche medita en ella.
                           
3 Es como el árbol
      plantado a la orilla de un río
   que, cuando llega su tiempo, da fruto
      y sus hojas jamás se marchitan.
   ¡Todo cuanto hace prospera!
                    
   4 En cambio, los malvados
      son como paja arrastrada por el viento.
5 Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio,
      ni los pecadores en la asamblea de los justos.
   6 Porque el Señor cuida el camino de los justos,
      mas la senda de los malos lleva a la perdición.

El salmo 1 es un poema breve de siete versos, cargados de lenguaje figurado, pero con un mensaje claro. Tiene dos estrofas contrapuestas referidas a los justos y los malos, para hablar de la importancia de obedecer la Palabra de Dios.

Salmo 119:1-8 (primera estrofa)
1 Dichosos los que van por caminos perfectos,
      los que andan conforme a la ley del Señor.
2 Dichosos los que guardan sus estatutos
      y de todo corazón lo buscan.
3 Jamás hacen nada malo,
      sino que siguen los caminos de Dios.
4 Tú has establecido tus preceptos,
      para que se cumplan fielmente.
5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos
      para cumplir tus decretos!
6 No tendré que pasar vergüenzas
      cuando considere todos tus mandamientos.
7 Te alabaré con integridad de corazón,
      cuando aprenda tus justos juicios.
8 Tus decretos cumpliré;
      no me abandones del todo.

Los versículos 1 al 8 del salmo 119 constituyen una estrofa bien elaborada, con ocho versos de dos líneas cada uno. El tema, resumido en el v. 4, es la obediencia a la Palabra de Dios. En su estructura, puede dividirse en tres partes:
1). Los versos 1-3 utilizan la tercera persona plural (dichosos los  que van).
Se presenta el punto de vista de los fieles en cuanto a la prioridad (o la necesidad) de obedecer la Palabra de Dios (vv. 1-3).

2). El verso 4 utiliza la segunda persona singular (, referida a Dios). 
Se presenta el punto de vista de Dios en cuanto a la prioridad (o necesidad) de que se obedezca su Palabra (v. 4).

3). Los versos 5-8 utilizan la primera persona singular (cuánto deseo afirmar mis caminos). 
Se presenta el punto de vista del salmista en cuanto a la prioridad (o necesidad) de obedecer la Palabra (v. 5-8).


Concluimos, entonces, que pretender analizar de manera aislada solo unos versículos de un párrafo, de un episodio o de un poema, sería algo así como una “estafa hermenéutica” y no seriamos honestos con la Palabra de Dios, ni con los autores humanos que la redactaron. ¡Es necesario analizar de manera total la unidad básica de pensamiento de los textos, si queremos acercarnos a la intención original del autor!

5. Sobre el por qué de nuestras propuestas
Seguramente se han levantado y se levantarán unas cuantas interrogantes sobre las propuestas que estamos presentando sobre un mejor acercamiento a la lectura y el estudio del texto bíblico. Por ejemplo:
5.1. ¿Qué implicaciones tiene nuestra propuesta de un nuevo y mejor acercamiento metodológico al estudio de los textos bíblicos? Anotamos las que nos parecen más relevantes: 1) Una primera implicación es que muchos de nosotros necesitamos hacer cambios y todos sabemos que, por diversas razones, hacer cambios no es nada fácil. Por lo general, nos resistimos al cambio. 2) Una segunda implicación es que tal vez tengamos que bajar del pedestal en que hemos puesto los idiomas originales en que se escribió la Biblia. Algunos han insistido, y tal vez los hay todavía, en que si no estudiamos la Biblia en los idiomas originales no comprenderemos bien su mensaje. Sospecho que esto no pasa de ser una falacia. 3) Una tercera implicación es que es necesario aprender a hacer un uso adecuado de las diferentes versiones de la Biblia en español, para hacer comparaciones que nos ayuden a identificar con más claridad el texto bíblico.[13]

5.2. ¿Por qué proponemos un método de análisis del texto según sea su forma de expresión o género literario? Porque debido a la naturaleza de los géneros literarios, si les aplicamos a todos el mismo proceso metodológico, fácilmente nos alejaremos de la intención original del autor. Ya sabemos, por ejemplo, que mientras que en los textos discursivos la comunicación es directa y concreta, en los narrativos es fundamentalmente ilustrativa y como consecuencia la comunicación es generalmente indirecta (se ilustra el mensaje a través del relato).

5.3. ¿Por qué al estudiar un texto bíblico debemos comenzar primero por lo global y no por los detalles? Sencillamente porque si no sabemos cuál es el tema del texto, será muy difícil, si no imposible, saber la razón de los detalles que se incluyen en él. Si comenzamos por los detalles del texto, fácilmente podemos desviarnos del propósito del autor. Esto no quiere decir que los detalles no sean importantes, sino que su significado depende del contexto en el cual se encuentran. Dicho de otra manera, dependen del tema general y del propósito original del autor del texto.

5.4. ¿Por qué afirmamos que el punto de partida del estudio del texto debe ser buscar la intención original del autor? Sencillamente, porque si no captamos lo que el autor quiso decir, será difícil, si no imposible, encontrar lo que el texto enseña para nosotros hoy. El significado del texto bíblico es el que Dios se propuso que significara para los primeros lectores, no otro.[14] Nuestra tarea es, entonces, identificar los principios que se derivan del texto, sobre la base de la clarificación de la intención original del autor, a fin de comunicar el mensaje de Dios a la generación de hoy.

5.5. ¿Por qué proponemos que el método que usemos debe llevarnos a derivar los principios del texto para la vida hoy? Porque el propósito del estudio debe ser encontrar no sólo el significado del texto para los lectores originales, sino el mensaje de Dios para nuestra vida. Si no logramos esto último, nos quedaremos sólo con información histórica, pero sin mensaje para la generación en la cual el Señor ha puesto a cada uno de nosotros como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad.

Quiero terminar esta conferencia con las palabras del apóstol Pablo, al final de sus días, a su hijo y consiervo Timoteo:

 1Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino:
    2Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
    3Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos;
    4y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos.
    5Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio.
    (2 Timoteo 4:1-5, Biblia de las Américas)







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[1]Kay Arthur. Como estudiar la Biblia (Editorial Vida, traducido por David Gómez, 1995) Página 18.
[2]Kay Arthur. Op., cit. Páginas 21, 22.
[3]Conocemos la premisa clásica: “Un texto sin contexto es un pretexto.” Esto puede ser la verdad, pero un contexto mal usado también es un pretexto.
[4]Este es el caso, si estudiamos textos de prosa argumentativa. Si se trata de prosa narrativa, le prestamos atención a los episodios con sus personajes y eventos, y si es literatura poética nos interesan los poemas del texto con las estrofas y los versos que contiene.
[5]Si el texto es narrativa o poesía los asuntos a los cuales se les prestará atención especial serán otros.
[6]La narrativa bíblica está escrita en forma de historia (hay narrativa histórica y narrativa no histórica). Los textos narrativos básicamente se distinguen por presentar personajes en un determinado ambiente, que interactúan dentro de una trama, un conflicto, para lograr propósitos específicos que los llevarán a un desenlace. La narrativa es descriptiva por excelencia y se desarrolla a través de episodios que paso a paso van tejiendo la trama del relato.
[7]Este episodio marca una división general en la narrativa de Mateo. Hasta aquí Jesús andaba con sus discípulos y les enseñaba en medio de las multitudes. De aquí en adelante el relato indica que Jesús centró su atención particular en sus discípulos y en lo que estaba por acontecerle pronto.
[8]Este parece ser el último intento de los antagonistas por negar a Jesús como el Mesías prometido.
[9]En el episodio referente a la boda de Caná, relatado en Juan 2:1-11, el autor escribió relativamente pocos datos de la historia, pero hizo hincapié en el propósito que tenía, como se nota del v. 11.
[10]Sabemos que generalmente el significado de un texto está ligado a su contexto. Es relativamente fácil conocer el contexto en textos discursivos y narrativos, pero es más difícil en texto poéticos.
[11]El tema de este párrafo (1:22-25) es la exhortación a que se amen de todo corazón, como una muestra de la obediencia a la Palabra de Dios.
[12]En este caso, aunque debe verse el sentido global de todo el poema, la unidad de análisis puede ser la estrofa. Parece que cada estrofa tiene un tema específico.
[13]En este caso, el uso de versiones en hebreo y griego pueden servirnos también como versiones que podemos comparar, si estamos en capacidad de usarlas adecuadamente.
[14]Ceverino Croatto, entre otros, tenía el concepto que “el texto murió con el autor y el lector es quien le da vida.” Si esto es cierto, el texto tiene tantos significados como lectores tenga. Entonces, si el texto tiene el significado que el lector le da, no el que le dio el autor, deja de ser Palabra de Dios y se convierte en palabra humana.