miércoles, 9 de marzo de 2011

La relación entre la sabiduría y la conducta

Reflexionesa sobre Santiago 3:13-18


Ya hemos dicho que Santiago 3:1-12 habla del cuidado que deben tener en su lenguaje los que pretenden ser maestros de la Palabra de Dios. En 3:13-18 continúa hablando a los maestros, pero el hincapié ahora está no tanto en el hablar sino en el hacer. La debilidad de los maestros por lo general es ser puramente teóricos. Santiago dice que la teoría no es suficiente, es necesario que los maestros muestren su sabiduría mediante la conducta. Así que, los maestros de la iglesia deben enseñar tanto con palabras como con hechos; deben ser ejemplo de lo que enseñan. Los vv. 13-18 hablan de la conducta de quienes han sabido poner freno a su lengua y a través de su conducta muestran la sabiduría que proviene de Dios. En el v. 13 se presenta el argumento de todo el texto, el cual se desarrolla mediante un contraste entre la sabiduría de este mundo (vv. 14-16), y la sabiduría que viene de lo alto (vv. 17, 18). El mensaje del texto es que los maestros de la Palabra de Dios deben mostrar la sabiduría de Dios a través de la buena conducta.  ¡La conducta es un silencioso y efectivo maestro!

¿Cuál es el contexto de Santiago 3:13-18?

Todo el capítulo tres de Santiago tiene que ver con el tema de la comunicación, habla de los maestros en la iglesia. Es una exhortación a usar tanto las palabras como la conducta en conformidad con la sabiduría que proviene de Dios. En los vv. 1-12 hace hincapié en el poder de las palabras, por lo que debe tenerse cuidado al hablar; y en los vv. 13-18 habla del poder de la conducta, por lo que los maestros en la iglesia debían tener cuidado con su comportamiento. Aunque los vv.13-18 constituyen un solo párrafo, puede dividirse en tres partes. El v. 13 tiene el argumento de la verdadera sabiduría, los vv. 14-16 hablan de una sabiduría que se opone a la verdad, y los vv. 17 y 18 exponen la naturaleza de la verdadera sabiduría, la sabiduría que proviene de Dios.

¿Cómo está estructurado el texto de Santiago 3:13-18?

Las versiones NVI y la RVA tiene el texto en dos párrafos (vv. 13-16 y 17-18). Pero ya que el v. 13 presenta el argumento referente a la verdadera sabiduría y los vv. 14-16 y 17-18 hablan de la sabiduría falsa y la sabiduría verdadera, respectivamente, el texto se puede dividir en tres partes. De todos modos, más importante que las posibles divisiones son las afirmaciones del texto. Estas son las afirmaciones que contiene.

1. El que se creyera sabio (el maestro) debía mostrar la sabiduría a través de su buena conducta (v. 13a).
2. La sabiduría del maestro en la iglesia se evidenciaba en su conducta humilde (v. 13b).
3. Si la conducta del maestro se caracterizaba por motivos egoístas, mostraba que su sabiduría era falsa (14).
5. El origen de la sabiduría falsa no era Dios, sino tres fuentes: el mundo, la vieja naturaleza de la persona y Satanás (v. 15).
6. La conducta que se caracterizaba por motivos egoístas producía desorden y toda clase de maldad (v. 16).
7. La sabiduría de Dios se mostraba a través de la buena conducta personal (v. 17a).
8. La sabiduría de Dios se mostraba a través de una buena conducta en la relación con el prójimo (v. 17b).
9. La sabiduría de Dios resultaba en una vida conforme a lo que él exige (v. 18).

¿Cuáles asuntos se presentan en Santiago 3:13-18?

Este texto presenta básicamente tres asuntos referentes a la vida de los maestros en la iglesia o quienes pretendían tal posición.

1. Aparentemente, en la iglesia había muchas personas que deseaban o pretendían ser maestros. Santiago dice que los que pretendían ser maestros, primero debían también ser maestros de ellos mismos: debían vivir lo que predicaban. Por lo tanto, los maestros de la Palabra de Dios debían mostrar la validez de lo que enseñaban a través de su buena conducta.

2. Santiago dice que la fuente de la vida egoísta que algunos estaban llevando era la sabiduría que provenía del mundo, de la vieja naturaleza del ser humano, y de Satanás. Esa vida caracterizada por envidias amargas y rivalidades entre los que pretendían ser maestros no se ajustaba a la verdad y era pura presunción. Así que, las personas (maestros) que llevaban una vida egoísta no vivían de acuerdo con la sabiduría que provenía de Dios y, por tanto, no estaban autorizados para ser maestros.

3. Santiago dice que la sabiduría que tenía su fuente en Dios se mostraba a través de una serie de cualidades positivas que la hacían evidente y deseable. El pensamiento de Santiago en este sentido, se puede resumir en que las personas (maestros) que vivían de acuerdo con la sabiduría que proviene de Dios lo evidenciaban en sus buenas relaciones con las demás.

¿Como se desarrollan estos conceptos en Santiago 3:13-18?
Los vv. 13-18 enseñan que la sabiduría del maestro fiel a la verdad se revela en su conducta. El texto presenta el argumento en el v. 13 y lo desarrolla mediante un contraste entre la sabiduría de este mundo (vv. 14-16) y la sabiduría que viene de lo alto (vv. 17, 18). La primera conduce a la disolución, la segunda a la conciliación; una conduce a la paz, la otra a las "guerras"; una destruye, la otra edifica.

El v. 13 expresa el pensamiento central del párrafo. Mediante una pregunta y una afirmación, deja bien fundada la fuerza de su argumento: La sabiduría del maestro se evidencia en su conducta. Por supuesto, la sabiduría incluye tanto reflexión, como acción. Con este texto, Santiago se dirige a aquellos que pretendían ser maestros, mencionados en el v. 1 y les pregunta: ¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? (v. 13a).[1] Es una invitación a la reflexión personal para que comprobaran si realmente estaban actuando conforme a la verdad. En el v.1 les dijo: no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues esta tarea exige una alta responsabilidad. Ahora los invita a un examen retrospectivo. Es como si les preguntara: ¿Todavía algunos de ustedes quieren ser maestros? Muy bien, háganse una evaluación personal, demuestren su sabiduría a través de su conducta.

La respuesta que se ofrece en la segunda parte del v. 13 no deja lugar para la vacilación: la sabiduría del maestro del evangelio se evidencia en la buena conducta, no meramente en las palabras que persuaden y ganan el argumento. No se trata de habilidad retórica, sino de transparencia moral. ¿Cuál era el problema con aquellos maestros? El texto no lo dice explícitamente, pero el v. 14 lo sugiere: había amargos celos y contiendas, y había jactancia y mentira contra la verdad. Así que, el problema de los “maestros” a quienes Santiago escribió tenía que ver tanto con el contenido de su enseñanza, como con la manera de impartirla que se reflejaba en la conducta. La respuesta de Santiago ataca este doble problema y exige una acción precisa: que demuestre su sabiduría y su enseñanza mediante su conducta personal. ¡Es difícil negar los hechos!

En los vv. 14-18, Santiago habla de dos clases de sabiduría; más específicamente presenta un contraste para mostrar la verdadera sabiduría. En primer lugar, en los vv. 14-16 presenta lo que se puede denominar la sabiduría falsa (engañosa) o la falta de sabiduría (comp. 1:5). El v. 14 describe la mala conducta que aparentemente era reflejada por algunos de los maestros a quienes Santiago se dirige; el v. 15 describe la naturaleza de la “sabiduría” que produce tal conducta; y el v. 16 habla del fruto o consecuencias de seguir el camino de esta sabiduría engañosa.

El v. 14 presenta un marcado contraste con el reto de Santiago expresado en el v. 13 y menciona una serie de características detestables de la mala conducta de estos supuestos maestros, que se revelaba en envidias amargas, rivalidades, presunción y mentiras. Se refleja aquí el orgullo intelectual,[2] que es una tentación para los maestros en cualquier época y lugar. El problema no parece ser tanto de falsa doctrina,[3] sino de inconsecuencia entre el mensaje y la conducta de los maestros. Aun enseñando la verdad, una persona puede ser un mal maestro; especialmente si la enseñanza está rociada de contienda y presunción.

La sabiduría de la cual habla el v.15 se centra en los valores temporales. Tal sabiduría jamás puede ser la que guíe a los maestros de la iglesia de Jesucristo, pues se la describe como terrenal, animal y diabólica. Como se nota de estas tres calificaciones, esta sabiduría revela una preocupación por los valores pasajeros; pero la enseñanza cristiana invita a la búsqueda de los valores eternos. Santiago dice que esta falsa sabiduría es terrenal, es producto de la mente humana guiada por el sistema del mundo que anda en la oscuridad del pecado; es animal, porque aunque refleja buenos argumentos es dominada por la naturaleza pecaminosa (comp. 3:5)[4]; y es diabólica, por cuanto está cobijada sutilmente por el engaño de Satanás.[5]

El v. 16 resume el problema de los malos maestros en la iglesia fundamentalmente en dos asuntos: 1) la envidia, y 2) las rivalidades entre ellos. Pero estas cosas producen otros problemas, como lo expresa Santiago: también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. La conducta que obedece a esta sabiduría engañosa causa problemas entre las demás personas y no sólo entre los maestros. La expresión: donde hay envidias y rivalidades, es una evidencia de la falta de humildad y mansedumbre, cualidades que sí mostraban la sabiduría que proviene de Dios. La expresión, dejen de presumir y de faltar a la verdad,[6] habla más bien de una consecuencia o conducta malsana de la cual los maestros aparentemente no se estaban dando cuenta, pero de algún modo la estaban reflejando.[7] El problema, pues, no era de falsa doctrina, sino de inconsecuencia entre la prédica y la conducta. ¿Será ese, acaso, un problema también en los líderes, pastores y maestros de nuestras congregaciones hoy?

Según el v. 16, la sabiduría falsa no conduce a la paz, sino que es conflictiva. Es la actitud o conducta de aquellos que buscan pelea y se contentan con ganar el argumento. Para identificar las terribles consecuencias de la sabiduría de este mundo, Santiago vuelve a identificar sus características: celos y contiendas. Más adelante, en 4:11, se presenta una exhortación que busca dar respuesta a este problema: Hermanos, no hablen mal unos de otros. Las consecuencias de alimentar los celos y las contiendas, reflejos de la sabiduría terrenal, animal y diabólica, serán que habrá desorden y toda obra perversa[8] (v. 16). Este resultado es similar al desorden y perversidad del poder de la lengua presentado en el v. 6. Donde quiera que haya celos y contiendas (rivalidades), las cosas no marcharán bien jamás.

Los vv. 17 y 18 hablan esencialmente del carácter o naturaleza[9] de la verdadera sabiduría, la sabiduría que debía regir la vida de los maestros de la iglesia. El v. 17 describe la naturaleza de esta sabiduría (comp. 1:5) y el v. 18 resume el fruto de ella.

El v. 17 indica que la sabiduría que proviene de Dios se demuestra en la buena conducta. A modo de contraste, Santiago enumera una serie de características de esta sabiduría. Se presentan ocho elementos de la sabiduría de lo alto. [10] Esta es la sabiduría que debe brotar de la vida de los maestros de la iglesia y es la misma que debe caracterizar la vida de todos los hombres y mujeres que siguen los pasos de Jesucristo, guiados por el Espíritu Santo.

A esta sabiduría se la describe como pura, pues está libre de engaño en contraste con la terrenal que miente contra la verdad. Es pacífica[11] en contraposición a las contiendas de la sabiduría terrenal. Es tolerante o moderada (bondadosa) en contraste con las envidias y rivalidades de la sabiduría terrenal. Es complaciente (benigna, dócil, dispuesta a ceder), en contraste con la jactancia de la sabiduría terrenal. Está llena de compasión (misericordia) y de buenos frutos, en contrate con los malos frutos (mala conducta) de la falsa sabiduría. Añade, además, que la sabiduría de lo alto es imparcial y sincera. Es imparcial por cuanto es verdadera y todo lo que es verdadero jamás puede ser calificado con características de parcialidad. Todos estos rasgos se resumen bien en la declaración del v. 13: ¡Que demuestre por su buena conducta sus obras en la mansedumbre de la sabiduría!

El v. 18 indica que la sabiduría que proviene de Dios produce buenos frutos. Este versículo habla de siembra y cosecha. Se mencionan aquí la justicia y la paz como el fruto de la verdadera sabiduría. Santiago dice que el fruto de justicia se siembra en paz. Los sembradores son aquellos que hacen la paz, los que siguen los senderos de la sabiduría que proviene de Dios. Santiago da aquí el toque final de su mensaje a los maestros mencionados en 3:1, para recordarles que el evangelio no puede dar buenos frutos si en medio de la comunidad de creyentes reinan las rivalidades y las contiendas.[12] Se puede concluir, entonces, que el estilo de vida del maestro demuestra si su sabiduría se conforma a la verdad, si se conforme al evangelio que predica, si es sabiduría de lo alto. Pero esta es una verdad no sólo para los maestros; es también para todos los que profesamos la fe en Jesucristo. Nuestro estilo de vida debe ser un reflejo de nuestra confesión de fe. La prueba del maestro verdadero no está en la cantidad de argumentos que tenga, sino en la conducta que se ajusta a la verdad del evangelio que predica. La verdad debe ser enseñada no sólo con palabras, sino con el ejemplo del maestro. La verdad es que todos de algún modo somos maestros de nuestra fe y enseñamos todo el tiempo, porque lo hacemos mediante nuestra conducta.

¿Cuáles son los principios que se derivan de Santiago 3:13-18?

1. Los maestros de la Palabra de Dios debemos mostrar lo que enseñamos a través de la buena conducta. Esta verdad coloca sobre los hombros de los líderes de la iglesia una altísima responsabilidad. No deberíamos pretender enseñar algo si primero no lo aprendemos nosotros mismos. Nuestra conducta debe evidenciar el mensaje que predicamos. En efecto, no podemos engañar, nuestra conducta nos revela ante los demás. Tiene cierta fuerza de verdad el adagio popular que dice: “Tus hechos hablan tan fuerte que no me dejan oír tus palabras”.

2. Los que llevan una vida caracterizada por motivos egoístas no están autorizados para ser maestros en la iglesia, por cuanto es evidente que no han aprendido la sabiduría de Dios. La fuente de una vida egoísta es la “sabiduría” que proviene del mundo, de la vieja naturaleza del ser humano, y de Satanás. Y esta sabiduría sigue un camino opuesto a lo que Dios quiere, por cuanto expone pensamientos puramente humanos.

3. Los maestros en la iglesia que viven de acuerdo con la sabiduría que proviene de Dios lo evidencian en sus buenas relaciones con los demás. Santiago presentó una serie de características de la sabiduría que proviene de Dios mediante las cuales muestra que esta produce buenas relaciones. Así lo dijo Santiago: la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. ¿Quién no estaría dispuesto a seguir a alguien que tiene estas características?

¿Cómo pueden aplicarse los principios de Santiago 3:13-18?

1. En verdad, todos somos maestros, aunque pocas veces nos damos cuenta de esto. Todos enseñamos todo el tiempo a través de nuestra conducta, seamos o no conscientes de ello. Por ejemplo, sin darse cuenta, los padres están enseñando a sus hijos en casa todo el tiempo. Con el tiempo, los hijos se parecen a los padres. Los cristianos estamos enseñado todo el tiempo a los demás creyentes en la iglesia y fuera de ella. Por ejemplo, los nuevos creyentes aprenden a “orar” escuchando a los demás. Los pastores están enseñando a los miembros de la iglesia mediante su conducta y no sólo con sus cuidadosos “sermones” semanales. Tal vez hay algo de verdad en el dicho popular: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. No necesitamos ser grandes pedagogos o andragogos para enseñar; nuestra vida es carta leída. Con nuestra conducta enseñamos todo el tiempo. Debemos reflexionar sobre lo que nosotros hacemos como cristianos. Nuestro comportamiento cristiano afecta positiva o negativamente a los demás. En especial, los maestros de la Palabra de Dios deben mostrar su sabiduría a través de su buena conducta tanto personal como en las relaciones con las demás personas. Si usted es maestro de la Palabra de Dios, reflexione sobre estas preguntas: ¿Estoy reflejando en mi vida lo que enseño sobre la Palabra de Dios? ¿Cómo se refleja en mi hogar lo que enseño en la iglesia? Escriba unos comentarios sobre esto. Si usted es uno que recibe enseñanza en la iglesia, ¿cuáles son algunos cambios en su conducta como consecuencia de lo que está aprendiendo? Escriba unos comentarios al respecto.

2. Los que somos maestros en la iglesia debemos evaluarnos para decidir si debemos hacer ciertos cambios en nuestra conducta que no concuerdan con el mensaje que estamos predicando. Reflexione usted que es maestro en la iglesia: ¿Hay en su vida algunas características que revelan la sabiduría que es terrenal, puramente humana y diabólica? ¿Cuáles son algunas actitudes que usted necesita cambiar o mejorar como maestro en la iglesia? Escriba un comentario al respecto y luego haga oración al Señor según sea el caso. Todos necesitamos hacer cambios continuamente. Usted, que es maestro de la Palabra de Dios: ¿Cuáles son algunos cambios que debe hacer? ¿Qué pasos dará para lograr esos cambios? Escríbalos brevemente.

3. Los que somos maestros de la Palabra de Dios debemos evaluar los efectos que estamos haciendo en las demás personas. Si usted es maestro, ¿está afectando positivamente a las personas que lo están escuchando? Escriba algunos ejemplos que indican los efectos que tiene con su enseñanza. Por otra parte, si usted se evaluara la luz de la descripción que presenta Santiago en el texto que hemos estudiado, cuál sería el resultado? Escriba su respuesta. También, escriba un breve comentario en el cual indique unas razones por las cuales usted debe ser maestro en la iglesia. Pida que dos o tres alumnos lo evalúen respecto a los efectos de enseñanza. Pídales que escriban dos razones por las cuales usted debe ser maestro de la Palabra de Dios en la iglesia. Reflexione sobre esta pregunta: ¿En cuál de las razones dadas debe mejorar respecto a su enseñanza?


[1]En lugar de la pregunta ¿quién es...? la Biblia de Jerusalén traduce: ¿Hay entre vosotros...? Cualquiera que sea la expresión, obliga a la reflexión. La pregunta pudiera cambiarse fácilmente a una declaración o afirmación: "El que se crea sabio..."
[2]En ocasiones el orgullo se presenta de una manera descarada en tono arrogante, mientras que otras veces se presenta solapadamente sin que nos demos cuenta de ello. Tal vez a esto se refiere Santiago cuando habla de "pasiones" en 4:1; no de asuntos sensuales, sino más bien intelectuales.
[3]La mención de mentiras puede indicar que también caían en la falsedad al enseñar.
[4]Vea el pensamiento del apóstol Pablo en 1 Corintios
[5]Tal vez la filosofía sustentada por estos maestros consistía en que lo importante es la fe, no la conducta. Lo importante es la rectitud doctrinal, no la rectitud moral (vea 4:4). Este es un concepto totalmente equivocado.
[6]La verdad en este versículo bien puede referirse tanto a Jesucristo como al evangelio de Jesucristo (comp. 5:19). En todo caso, la sabiduría terrenal falsea la verdad y se revela en una conducta malsana.
[7]La versión Dios Habla Hoy traduce esta última parte con esta idea: entonces no tienen de qué enorgullecerse y están faltando a la verdad.
[8]Comp. 1 Corintios y 1 Juan 1:5. Dios nada tiene que ver con la confusión ni se pone del lado del mal. Por tanto, la sabiduría verdadera se opone al desorden y a las obras perversas.
[9]Hay aquí un paralelo con 27. Ambos casos parecen ser, en términos prácticos, un resumen de lo que Santiago está tratando de enseñar: La verdad tiene su expresión práctica.
[10]En cierto modo esas características se asemejan al fruto del Espíritu Santo, según la lista presentada en Gálatas
[11]No significa que hay apatía, sino más bien que hay la capacidad de tolerancia en relación con las ideas de otras personas.
[12] Como lo hemos sugerido en otra parte, este versículo debería ser leído con los ojos puestos en el v. 13. Están directamente relacionados.

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