miércoles, 9 de marzo de 2011

La humildad del cristiano en su relación con Dios

Reflexiones sobre Santiago 4:7-10


Los creyentes a quienes Santiago se dirigió debían someterse a Dios y humillarse delante de Él. Esto implicaba el proceso de reconocimiento de su situación personal de miseria espiritual, que debía conducirlos al arrepentimiento delante del Señor. Por una parte, el texto plantea la necesidad de reconocer las limitaciones ante los poderes espirituales (ante Satanás como enemigo y ante Dios como Señor Soberano) y, por la otra, plantea la necesidad de reconocer la condición de miseria espiritual que exigía arrepentimiento delante del Señor, para volver a la buena relación con Él. El texto comienza y termina con la exhortación a la humildad ante Dios: Así que sométanse a Dios (v. 7) y Humíllense delante del Señor (v. 10). El mensaje del texto se centra en la necesidad de humillarse delante de Dios mediante un arrepentimiento sincero. El camino para lograr esto es mediante el reconocimiento de las limitaciones ante los poderes espirituales y el reconocimiento y rectificación (arrepentimiento) de la miseria espiritual en la cual se encuentre la persona.

Es difícil hacer una división exacta de este texto, pues contiene una serie de exhortaciones sucesivas que parecen estar interconectadas.[1] Pero en cierto modo, todas estas exhortaciones se orientan hacia dos direcciones. La primera tiene que ver con la actitud que debían asumir los lectores ante los poderes espirituales (ya fuese ante Dios o ante Satanás) (vv. 7-8b); y la segunda se refiere a la actitud que debían asumir ante la condición personal de miseria espiritual en la que estaban viviendo (vv. 8c-10). Bajo estos dos criterios se puede hacer el análisis del texto.

¿Cuál es el contexto de Santiago 4:7-10?

En los vv. 1-6 Santiago expone el problema de las malas relaciones de los seres humanos tanto entre ellos mismos como con Dios. En su análisis, concluye que la respuesta a este problema está en conducir la conducta según los criterios de la sabiduría que proviene de Dios. Los vv. 7-10 son una continuación a manera de conclusión de los vv. 1-6. Así lo sugiere la frase así que, del v. 7. Toda la discusión presentada en los vv. 1-6 indican que había una lucha que interfería en la buena relación con Dios. Mientras mantuvieran una vida de “doble ánimo”, pretendiendo amar al mundo y a Dios a la vez, la buena relación con Dios sería imposible. Porque, si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios (4:4b). Así que, debían optar por mantener una buena relación con Dios y eso significaba humillarse delante de Él. Por eso, los vv. 7-10 hablan de sumisión y humildad ante Dios para vivir como él quiere. En efecto, el texto comienza y termina con el concepto de la humildad ante Dios: Así que sométanse a Dios (v. 7) y Humíllense delante del Señor (v. 10).

¿Cuáles conceptos se presentan en Santiago 4:7-10?

Aunque aparentemente el texto tiene un contenido amplio, debido a la serie de imperativos que contiene, parece que presenta básicamente dos asuntos:

1. En primer lugar, Santiago exhortó a sus lectores para que dejaran su arrogancia y se humillaran delante de Dios. Esto significaba por una parte, que debían resistir al diablo, pues en él tenían un verdadero enemigo. Por otra parte, significaba que debían acercarse a Dios con humildad, a fin de que mantuvieran una buena relación con Él. Con esto, Santiago les dijo a sus lectores que debían reconocer sus limitaciones personales ante los poderes espirituales.

2. En segundo lugar, Santiago exhortó a sus lectores para que reflexionaran sobre su vida y reconocieran la condición malísima en la cual vivían. Estaban haciendo muy mal al tratar de llevar una “vida doble”, con la pretensión de servir al mundo y a Dios a la vez. En este sentido, la exhortación era para que cambiaran el rumbo de su vida. Así que, Santiago les dijo a sus lectores que debían reconocer su condición de miseria espiritual y arrepentirse delante del Señor, para volver a la buena relación con Él.

¿Cómo se desarrollan estos conceptos en Santiago 4:7-10?

Mediante una serie de exhortaciones, Santiago 4:7-10 muestra el camino que Dios ofrece para encontrar la respuesta a los conflictos, camino que debían seguir tanto de manera individual como comunidad de creyentes.[2] La respuesta es ésta: humíllense delante de Dios mediante un arrepentimiento sincero. El camino para lograr esto exigía el reconocimiento de sus limitaciones ante los poderes espirituales y el reconocimiento y rectificación (arrepentimiento) de la miseria espiritual en la cual estaban.

Los vv. 7 y 8b, indican que los lectores de Santiago debían reconocer sus limitaciones ante los poderes espirituales. Esta parte del texto constituye un solemne llamado a reconocer las limitaciones humanas ante los poderes espirituales y a humillarse delante de Dios. Si la buena relación con Dios era la respuesta a los conflictos en los cuales estaban inmersos quienes todavía se dejaban gobernar por el sistema del mundo, no había otro camino que humillarse delante de él. En este sentido, Santiago les recuerda su planteamiento anterior, referente a que la vida del cristiano no puede ser de “doble ánimo” en el sentido de pretender amar al mundo y a Dios a la vez. Al contrario, debían seguir el sendero de la sabiduría que proviene de Dios, pues la sabiduría de este mundo no deja más resultados que un verdadero caos en la vida. El párrafo anterior termina con una cita para reafirmar que ante Dios no vale para nada la soberbia humana, porque Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.

Las personas a quienes Santiago se dirigió eran culpables del pecado de orgullo.[3] El contexto anterior indica que eran presumidos (comp. y 4:6) y se sentían con autoridad para juzgar a los demás. Santiago enfrentó este problema y exhortó a sus lectores para que se humillaran delante de Dios y les presentó el camino que debían seguir. De los primeros tres imperativos que presenta el texto (vv. 7 y 8b), el primero (sométanse a Dios) es como el llamado a tomar el rumbo correcto y los otros dos (resistan al diablo y acérquense a Dios…) son la manera de cumplir ese llamado. Ante la situación que confrontaban, Santiago les dio dos consejos: 1) en cuanto al diablo, resístalo; 2) en cuanto a Dios, acérquense a él. Referente al primero, el resultado no sería que ellos vencerían al diablo, sino que éste huiría de ellos. En cuanto a lo segundo, ellos estarían más cerca de Dios, por cuanto Éll se acercaría a ellos.

Los vv. 8c-10 indican que los lectores de Santiago debían reconocer su condición de miseria espiritual y humillarse en arrepentimiento sincero delante de Dios. El cuadro que pintan estos versículos es bastante crítico y doloroso. Pero no es un mensaje de condenación, sino de compasión con la invitación para que se hicieran un examen introspectivo de la vida e hicieran las rectificaciones necesarias para tomar de nuevo el camino correcto. El texto usa unas figuras para impactar con el concepto de rectificar la conducta y habla de limpiar las manos y purificar los corazones, por cuanto mantenían una doble vida (v. 8c), al pretender amar al mundo y a Dios a la vez. Es un llamado a la confesión y al arrepentimiento sincero. El texto habla también de reconocer la miseria espiritual: afligíos, lamentad, llorad (v. 9). Y habla de someter la vida al señorío de Jesucristo: Humíllense delante del Señor, y él los exaltará (v. 10). Era necesaria la humildad para tomar el rumbo que exigía el evangelio. A pesar de la situación terrible en que estaban viviendo, había esperanza aunque esto significara dolor. ¡Siempre estamos a tiempo para rectificar en la vida!

¿Cuáles son los principios que se derivan de Santiago 4:7-10?

1. Con una actitud humilde debemos reconocer nuestras limitaciones ante los poderes espirituales del mal. Los poderes del mal se manifiestan en el sistema del mundo. Por eso, es necesario un cambio de rumbo: dejar de seguir la corriente de este mundo para seguir la corriente de Dios. Para esto Santiago presentó exhortaciones muy precisas, que son fundamentales en la fe cristiana: Sométanse a Dios, resistan al diablo y acérquense a Dios. En realidad, el asunto fundamental es: Sométanse a Dios. Y la manera de someternos a Dios incluye tanto resistencia como avance. En nuestro peregrinaje cristiano vivimos en una constante lucha de resistencia al mal y de avance hacia el reino de Dios. En este proceso habrá resistencia ante los poderes malignos en sus múltiples manifestaciones, pero Satanás y su sistema ya ha sido vencido y podemos avanzar por el sendero del reino de Dios. Jesucristo triunfó sobre todos los poderes del mal en la cruz y ahora es el Señor. Por medio de él, que es el camino, podemos acercarnos a Dios en el proceso de someternos a lo que él quiere. Nada podemos hacer por nuestras propias fuerzas, pero en Jesucristo somos más que vencedores.

2. Debemos reconocer nuestra necesidad espiritual en arrepentimiento sincero delante de Dios. Todos somos pecadores. Unos hemos confesado nuestros pecados y hemos sido perdonados. Otros todavía siguen amando al sistema de este mundo y llevan una vida de miseria espiritual. ¡Todos necesitamos ayuda! ¡Necesitamos a Dios! Hay en el mundo quienes, enceguecidos por su orgullo, piensan que pueden vivir sin Dios. Y hay aun dentro de la iglesia quienes, equivocada y arrogantemente, piensan que pueden vivir según los criterios del sistema de este mundo y a la vez ser cristianos. A estas personas Santiago las llamó “almas adúlteras”, y eso es lo que son. Son infieles a Dios y por tanto están en una mala relación con Él. Pero no todo está perdido, hay esperanza. Dios recibe con amor a todo aquel que reconoce su miseria espiritual, confiesa sus pecados y se arrepiente ante él. Dios exige que se abandone la vida que sigue los criterios del mundo y que se asuman los principios del evangelio que ha sido proclamado por el sacrificio de su Hijo Jesucristo.

¿Cómo pueden aplicarse los principios de Santiago 4:7-10?

1. Si, como lo hemos afirmado, debemos reconocer nuestras limitaciones ante los poderes espirituales del mal, ¿qué podemos hacer entonces? Como punto de partida, hay dos asuntos que debemos tener presentes. Debemos ser conscientes que hay un poder del mal que nos asecha y, por otra parte, debemos asumir que Jesucristo es no solo nuestro Salvador sino también nuestro Señor. ¡Él es el soberano! Si no tenemos presente esto, será difícil que reconozcamos verdaderamente nuestras limitaciones ante los poderes del mal. Si tenemos conceptos equivocados, tendremos una conducta equivocada. Por ejemplo, en muchos ámbitos de la iglesia contemporánea se habla insistentemente de “guerra espiritual” con la idea de que debemos atar y pisotear a Satanás. Hasta hay canciones que siguiendo estos criterios tratan de ridiculizar a Satanás. Eso no es lo que dice Santiago. Hay bastante teología equivocada sobre el asunto de la “guerra espiritual”. Pero el consejo de Santiago fue muy sabio: Resistan al diablo y él huirá. No se trata de una guerra ofensiva, sino defensiva. La ofensiva ha sido ganada por Cristo en la cruz. Como cristianos debemos descansar en esta verdad: Aunque Satanás sigue asechándonos, ha sido vencido por Jesucristo; de modo que si resistimos sus amenazas, él no tiene fuerza sobre nosotros. Resistimos al diablo cuando nos mantenemos fieles a la verdad de Jesucristo, cuando nos sometemos a su Palabra. Según la enseñanza del evangelio, es claro que nada podemos hacer para avanzar en la vida cristiana sin Jesucristo. Nada más podemos hacer para acercarnos a Dios que seguir los pasos de Jesucristo como nuestro Señor. Aunque Satanás ha sido vencido, todavía está vivo y activo en el mundo. Pero Jesucristo es nuestro Señor y en él somos vencedores. La reflexión que debemos hacer entonces es esta: ¿Cuál es nuestro concepto de Satanás y cuál es nuestro concepto de Jesucristo? Escriba unos breves comentarios sobre estos dos asuntos. Después de escribirlos, haga oración de gratitud al Señor porque por medio de Él nos acercamos a Dios Padre.

2. Hemos dicho que debemos reconocer nuestra necesidad espiritual en arrepentimiento sincero delante de Dios. ¿Acaso no somos cristianos, necesitamos arrepentimiento? Tal vez nosotros también como los lectores de Santiago tengamos la lucha de pretender amar al sistema del mundo y a Dios a la vez. Examínese un poco para ver si quizás tenga algo de qué arrepentirse en este sentido. Pero ese no es el único problema, hay muchos ámbitos de nuestra vida en los cuales podemos cometer el adulterio del cual hablaba Santiago. Tome una hoja de papel y escriba varios renglones, por ejemplo: sobre su conducta en el hogar: la relación con su pareja, la relación con sus hijos. Su trabajo: el cumplimiento fiel de sus deberes, su relación con los superiores, su relación con sus compañeros. Escriba debajo de cada uno de estos rubros lo que piensa que está muy bien y aquellas cosas que piensa que son mejorables. Esto le costará algo de tiempo, pero lo ayudará a saber dónde tiene verdaderas necesidades y de qué cosas necesita pedirle perdón al Señor. ¡Todos necesitamos a Dios! ¡Todos debemos mejorar continuamente! Identifique las cosas mejorables en su vida y trabaje para mejorarlas.


[1]Con esta lista de imperativos se hace un llamado a la acción: Sométanse, resistan, acérquense, límpiense, purifíquense, aflíjanse, laméntense, lloren, humíllense.
[2]En cierto modo, con este texto Santiago vuelve a su argumento referente a la fe y las obras: la fe sin obras está muerta. Así que, mediante una lista de imperativos reta a los cristianos a la acción, a cambiar el rumbo, de modo que orienten su vida hacia Dios y vivan como verdaderos cristianos en medio de un mundo en crisis. Es un llamado a la rectificación de aquellos que querían amar a Dios y al mundo a la vez.
[3]El orgullo, que es una característica del sistema del mundo, aleja a las personas de Dios. ¡Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes!

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